Ismael Said Criado. Servicio de Medicina Interna. Hospital POVISA, Vigo. @ismaelsaid
La innovación acompaña a la Medicina desde hace siglos, pero quizá ahora la velocidad de incorporación de cambios en la práctica clínica es cada vez mayor. Todas las generaciones de profesionales sanitarios anteriores a la nuestra se han tenido que enfrentar con la innovación en salud, ya desde el descubrimiento de los rayos X, los antibióticos, el desarrollo de la Atención Primaria o el uso de la historia clínica electrónica.
¿Pero qué es la innovación?
La OMS define la innovación en salud como “nuevos o mejorados productos, políticas, sistemas, tecnologías de salud, servicios y formas de prestación que mejoran la salud y el bienestar de las personas”. Sin embargo, por influencia de otros sectores productivos, el concepto de innovación alude además a términos como creatividad, valor añadido, eficiencia, calidad, sostenibilidad, seguridad y/o asequibilidad.
Gracias al contacto directo con el paciente, los profesionales sanitarios atesoramos importante conocimiento sobre las necesidades y expectativas de aquel y las posibles soluciones a los retos a los que se enfrenta la Sanidad. Participar en los procesos de mejora continua dentro del ámbito sanitario y encontrar los cambios que aporten mayor valor a la práctica clínica es casi una obligación profesional. Se conocen múltiples técnicas para fomentar innovación en la práctica clínica y todas ellas tienen como objetivo guiar el proceso de mejora hacia resultados que aporten el mayor valor añadido posible, convirtiendo la investigación básica en recursos valiosos para nuestra profesión.
Modelo triple aim.
El Instituto para la mejora en Sanidad de Estados Unidos difunde el modelo Triple Aim (o triple meta), acuñado por primera vez por Bisognano y Kenney en su libro Pursuing The Triple Aim, basado en la estrategia win-win del mundo comercial.
Esta metodología busca que la innovación satisfaga por igual las necesidades de 3 ejes principales del sistema: mejorando la experiencia del paciente, en relación a la calidad asistencial y su satisfacción; mejorando los resultados clínicos en la población; y a la vez, reduciendo costes per cápita de la atención sanitaria. En el blog Avances en Gestión Clínica se habla de una cuarta meta, relacionada con la satisfacción del profesional: promover el bienestar emocional y mejorar su entorno laboral y la capacidad de resiliencia de los profesionales. Durante el proceso de generación de ideas de mejora, es imprescindible mantener esta perspectiva que tenga en cuenta a todos los actores del sistema, de forma que el resultado cumpla las expectativas y todos ganen con el cambio.
Programas de replicación.
El Ministerio de Sanidad español desarrolla un programa de replicación de proyectos de innovación, que busca aumentar el impacto de las innovaciones exitosamente testadas en los servicios de salud, desarrollando proyectos piloto en diferentes centros del sistema sanitario. Esta iniciativa tiene su antecedente internacional en la llamada Small Theory desarrollada por un equipo combinado de investigadores del Instituto Karolinska, de Robert Wood Johnson Foundation, de la IHI y de Harvard Medical School. Se basa en probar aquellos proyectos de innovación útiles en distintos contextos asistenciales, con variables culturales y organizativas diferentes, para analizar el proceso y diseñar la teoría general que pueda ser implementada de forma global.
El proceso de generalización de proyectos innovadores supone un reto en los sistemas de salud, por su complejidad y heterogeneidad. Sin embargo, estos modelos de replicación, semejantes a la metodología Scrum y sus iteraciones, pueden ser la clave para generar verdaderos cambios que aporten valor a todo el sistema.
Sistema mínimo de innovación viable.
Y es que las metodologías Agile ayudan a que la innovación en el ámbito sanitario discurra por el camino más eficiente posible. Estrategias como Lean Healthcare, Kanban, Scrum, Design Thinking o el modelo Canvas han ayudado a innovadores de múltiples sectores productivos a diseñar proyectos de mejora de forma rápida y con el menor coste posible. Aplicar estas metodologías es muy recomendable en todo proceso de cambio en nuestro ámbito. Generar un mínimo producto viable (MPV) es la estrategia de las empresas que comercializan productos innovadores, pero en Sanidad quizás sea más acertado hablar de los Sistemas de innovación mínima viable (MVIS), como se describe en el siguiente vídeo.
Así, la falta de tiempo por la tarea asistencial no puede ser excusa para dejar de innovar, como opina Jordi Varela en su blog Avances en Gestión Clínica.
Estrategia del Océano Azul.
La estrategia Blue Ocean añade una perspectiva de innovación disruptiva en la que se pone como premisa la búsqueda de un cambio radical, cuyo resultado no exista entre los recursos disponibles para afrontar un reto. Está basada en los modelos de innovación comercial en los que una compañía diseña productos para necesidades nuevas de los usuarios, de forma que no tienen que competir con otros productos del mercado. En el ámbito asistencial, esta estrategia serviría para afrontar retos inéditos o difícilmente solucionables de nuestros sistemas sanitarios, como el envejecimiento poblacional, el cambio de expectativas del paciente o el aumento de la cronicidad. La creatividad, junto con el exhaustivo conocimiento del profesional sanitario de las necesidades del proceso asistencial, seguirá impulsando nuevos desarrollos innovadores, que resuelvan los desafíos que asoman en el horizonte.
Pensamiento Lateral.
Aunque los modelos de innovación no son algo nuevo: ya en 1967 Edward de Bono definió la técnica del Pensamiento Lateral, en el que se busca la resolución de problemas de una manera indirecta y con un enfoque creativo, escapando del pensamiento lógico o rígido. Aprovechar la creatividad humana para abordar retos es un recurso indispensable en todo proceso de innovación. Cierto es que algunas personas son más hábiles que otras, pero merece la pena entrenarse en esta técnica para contribuir en los procesos de mejora.
Innovar desde la clínica.
Vivimos un momento histórico sin precedentes, en que el desarrollo de nuevas tecnologías basadas en la información y la comunicación y el cambio demográfico de la población conllevan la necesidad de articular de forma eficiente múltiples procesos de mejora. La innovación debe ser promovida y correctamente gestionada, como parte inherente de la práctica clínica, para continuar avanzando en el desarrollo de una Sanidad acorde a las necesidades de nuestro futuro próximo.
Sin embargo, la “cadena de montaje” de la innovación sanitaria necesita que todos los vientos sean favorables para poner en marcha los engranajes necesarios. Si bien el profesional sanitario, gracias a su contacto directo con las necesidades y expectativas del paciente, tiene mucho que aportar, la llama de la innovación puede también ser prendida por el propio usuario/paciente, el gestor sanitario o las compañías vinculadas al sistema. El testigo debe ser entonces recogido por estructuras solventes, con recursos bien dimensionados, que sepan guiar el proceso creativo hacia proyectos de innovación bien diseñados y productos sanitarios sostenibles en el mercado. Estructuras con forma de sistema, que no solo incluyan grupos de innovadores (como los nodos de innovación gallegos o iniciativas como #clinicoentwitter), sino también instituciones públicas y privadas como Health Hubs, agencias regionales de conocimiento (como ACIS en el SERGAS o AQuAS en Cataluña), institutos de investigación sanitaria o las fundaciones de innovación (como la de Osakidetza o FIPSE). Porque sin recursos (presupuesto, técnicos de innovación, tiempo de trabajo…) no hay innovación sanitaria.
Los internistas podemos aportar auténtico valor desde nuestra visión asistencial, por el contacto con el ámbito hospitalario, con los problemas sociosanitarios, con la enfermedad crónica, con el avance implacable de la ciencia médica y con las necesidades de las personas que enferman. Adherirse al proceso de innovación incentiva nuestro desempeño y fomenta una cultura de la mejora continua, sin olvidar que implica una formación continuada imprescindible en nuestra profesión. Pero el método no lo es todo: unir fuerzas y trabajar en equipo es la única forma de caminar en la senda de la innovación, y en esto, como en todo, merece la pena acompañarse de las personas adecuadas.